SOBICAIN

Centro Bíblico San Pablo

SOBICAIN / Centro Bíblico San Pablo

Biblia Latinoamérica

Segunda lamentación

1 Ay, ¡cómo ha oscurecido, en su cólera,

el Señor a la Hija de Sión!

Ha derribado del cielo a la tierra

la gloria de Israel;

en su enojo no se acordó de su Templo,

en que descansaron sus pies.

2 El Señor ha destruido sin piedad

todas las moradas de Jacob;

ha destruido, en su furor,

las fortalezas de la Hija de Judá;

ha echado por tierra, ha profanado

al reino y a sus príncipes.

3 En el ardor de su cólera ha quebrado

toda la fuerza de Israel,

ha retirado la protección de su brazo frente al enemigo,

ha prendido en Jacob como fuego llameante

que devora por todas partes.

4 Como un enemigo, ha preparado su arco,

ha afirmado su derecha,

como un adversario ha matado

todo lo que encanta los ojos;

en la casa de la Hija de Sión

ha vertido su furor como fuego.

5 El Señor se ha portado como enemigo;

ha destruido a Israel:

ha destruido todos sus palacios,

y derribado sus fortalezas,

no le dejó a la Hija de Judá

sino llantos y lamentos.

6 Ha forzado sus murallas como un huerto,

ha destruido su lugar de reunión.

Yavé ha hecho olvidar en Sión

solemnidades y sábados;

en el ardor de su cólera

ha desechado al rey y al sacerdote.

7 El Señor ha rechazado su altar,

ha despreciado su santuario;

ha dejado a merced del enemigo

los muros de sus palacios;

en la Casa de Yavé se oyeron gritos

como en día de fiesta.

8 Yavé resolvió destruir

la muralla de la Hija de Sión.

Decidió la destrucción

y no retiró su mano

antes que se cumpliera;

quiso acabar con el antemural y la muralla,

que juntos se desmoronaron.

9 Sus puertas se han hundido en tierra,

él ha roto sus cerrojos;

su rey y sus príncipes están entre extranjeros;

ya no hay Ley y tampoco sus profetas

consiguen visiones de Yavé.

10 Los ancianos de la Hija de Sión,

en silencio, están sentados en tierra;

se echaron ceniza en la cabeza,

se vistieron de saco.

Las jóvenes de Jerusalén

inclinan hasta el suelo la cabeza.

11 Mis ojos se agotan de llorar

y arden mis entrañas,

mi hígado se derrama por tierra

por el desastre de la Hija de mi pueblo,

mientras desfallecen niños y lactantes

en las plazas de la ciudad.

12 Ellos decían a sus madres:

¿Dónde hay pan?,

mientras caían desfallecidos

en las plazas de la ciudad

y derramaban su alma

en el regazo de sus madres.

13 ¿A quién te compararé y asemejaré,

Hija de Jerusalén?

¿A quién podrás mirar para tu consuelo,

oh virgen, Hija de Sión?

Tu quebranto es inmenso como el mar.

¿Quién te sanará?

14 Tus profetas anunciaron para ti

falsedad y tonterías.

No te descubrieron tu culpa

para ahorrarte el cautiverio.

Tuvieron para ti presagios

de falsedad y de ilusión.

15 Baten palmas sobre ti

todos los que pasan;

silban y menean la cabeza sobre la Hija de Jerusalén.

¿Esa era el modelo de hermosura,

la alegría de toda la tierra?

16 Abren su boca contra ti todos tus enemigos;

silban y crujen los dientes,

dicen: La devoramos.

Este es el día que esperábamos,

ya lo alcanzamos, ya lo vimos.

17 Yavé cumplió lo que tenía resuelto,

cumplió su palabra,

lo que había decretado desde antiguo;

destruyó sin compasión;

hizo alegrarse por tu destino al enemigo,

fortaleció el poder de tus adversarios.

18 Hija de Sión, gime, clama al Señor;

deja correr a torrentes tus lágrimas

día y noche, no te des descanso,

no cesen las fuentes de tus ojos.

19 En pie, clama en la noche,

cuando comienza la ronda;

derrama como agua tu corazón

ante el rostro del Señor,

alza tus manos hacia él por la vida de tus hijitos

que desfallecen de hambre

en la esquina de todas las calles.

20 Mira, Yavé, y piensa:

¿a quién has tratado así?

Las madres tuvieron que comer a sus hijos,

a sus niños de pecho.

Fueron asesinados en el santuario de Yavé

sacerdote y profeta.

21 Por tierra yacen en las calles

niños y ancianos;

mis vírgenes y mis jóvenes

cayeron a cuchillo;

mataste en el día de tu cólera,

mataste sin compasión.

22 Como para una fiesta invitaste

a todos los terrores juntos;

en el día de tu enojo

no hubo quién se salvara o sobreviviera.

Los que yo crié y mantuve,

mi enemigo los exterminó.

  • Deuteronomio 28,36
  • Jeremías 6,26
  • Ezequiel 13,10
  • Evangelio según Mateo 27,39
  • Ezequiel 16,37
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