SOBICAIN

Centro Bíblico San Pablo

SOBICAIN / Centro Bíblico San Pablo

Biblia Latinoamérica

nico

1 Estos son los preceptos, las normas y los mandamientos que Yavé, Dios de ustedes, me mantitledó, para que yo se los enseñe y ustedes los cumplan en la tierra que va a ser de ustedes.2 Temerás a Yavé, tu Dios, y guardarás todos los días de tu vida sus mandamientos y sus normas que te enseño hoy. Que los guarden tus hijos y los hijos de tus hijos, para que vivan largos años.

3 Escucha, pues, Israel, y cuida de poner en práctica lo que ha de traerte felicidad y prosperidad en esta tierra que mana leche y miel, como lo prometió Yavé, Dios de tus padres.

4 Escucha, Israel: Yavé, nuestro Dios, es Yavé-único.5 Y tú amarás a Yavé, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.6 Graba en tu corazón los mandamientos que yo te entrego hoy,7 repíteselos a tus hijos, habla de ellos tanto en casa como cuando estés de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes.8 Grábalos en tu mano como una señal y póntelos en la frente como tu distintivo;9 escríbelos en los postes de tu puerta y a la entrada de tus ciudades.

10 Y cuando Yavé te haya llevado a la tierra que juró darte –pues se lo dijo a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob–, con ciudades grandes y prósperas que tú no edificaste,11 con casas abastecidas de todo lo que tú no llenaste, con pozos que tú no cavaste, viñas y olivares que tú no plantaste; cuando hayas comido y te hayas saciado,12 no te olvides de Yavé que te sacó de Egipto, donde eras esclavo.

13 Temerás a Yavé, tu Dios; a él servirás, e invocarás su nombre si debes hacer algún juramento.14 No vayas tras dioses extraños, tras los dioses de los pueblos que te rotitledean,15 porque Yavé, tu Dios, que está en medio de ti, es un Dios celoso. No sea que estalle el furor de Yavé tu Dios, y te haga desaparecer de la superficie de la tierra.

16 Ustedes no pondrán a prueba a Yavé, su Dios, como lo hicieron en Masá.17 Más bien hagan empeño en guardar los preceptos, los mandamientos y las normas que les he mandado.18 Haz lo que es recto y bueno a los ojos de Yavé, para que seas feliz y llegues a tomar posesión de la espléndida tierra que prometió con juramento a tus padres,19 pues él destruirá delante de ti a todos tus enemigos.

20 Tal vez un día tu hijo te pregunte: “¿Qué son estos preceptos, mandamientos y normas que Yavé, nuestro Dios, les ha ordenado?”21 Tú responderás a tu hijo: “Nosotros éramos esclavos de Faraón en Egipto, y Yavé nos hizo salir de Egiptitleto con mano firme.22 Y lo vimos hacer milagros grandes, y terribles prodigios contra Faraón y toda su gente,23 y a nosotros nos sacó de allí para conducirnos a la tierra que prometió a nuestros padres.

24 Entonces fue cuando Yavé nos ordenó poner en práctica todos estos preceptos y temerle a él, nuestro Dios, pues por ese camino nos iría bien y él nos daría vida, como hoy es el caso.25 El camino recto para nosotros consiste en guardar y practicar estos mandamientos como él lo ha ordenado.”

  • Éxodo 15,26
  • Jeremías 31,33
  • Evangelio según Marcos 12,29
  • Éxodo 13,9
  • Proverbios 30,8
  • Evangelio según Mateo 4,10
  • Éxodo 34,14
  • Éxodo 17,1
  • Números 20,2
  • Evangelio según Mateo 4,7
  • Éxodo 12,26
Dt 6,1

Escucha, Israel. Estos versículos son la profesión de fe de los judíos, que acostumbran a recitarla todos los días. El autor del Deuteronomio se dirige al conjunto de Israel, con sus ancianos y su rey, y le pide que no traicione las leyes de la alianza con Yavé.

Se leen también las palabras con todo tu corazón, con toda tu alma, y Jesús enfatizará estas palabras en Mc 12,28 para dar a entender que el mandamiento se dirige a cada uno de nosotros.

El amor de Dios no puede ser inmediatamente desinteresado; los israelitas saben que, al corresponder al amor de Dios que los eligió, están en un buen camino y Dios los recompensará otorgándoles la paz y la prosperidad.

Quedarán grabadas en tu corazón: para guiar tus pensamientos y para que puedas juzgarlo todo bajo su luz.

Se las enseñarás a tus hijos: sabiendo que tú eres responsable de su fe.

Las pegarás a tu mano: para que guíen todas tus acciones.

Como una cinta ante tus ojos: para que te acuerdes de ellas antes que sea demasiado tarde y que no te quede más que deplorar tus faltas.

Las escribirás en tus puertas: para que inspiren en tus ciudades la economía y la vida social.

Dt 6,13

Para nosotros temerás se opone a amarás de 6,5. En realidad la diferencia era pequeña en hebreo. Por una parte la oposición amar-odiar no tenía el valor afectivo que tiene para nosotros y era el equivalente a apegarse a o dejar a un lado. Por otra parte temer a Dios significaba que se reconocía en él al Señor cuya voluntad debe ser obedecida.

Dt 6,15

Un Dios celoso: véase Éx 20,5. ¿Puede haber amor verdadero sin una cierta especie de celo? Esta expresión revela en un lengua­­je pobre un rasgo esencial de Dios, tan mis­te­rioso. No bastaría hablar de un Dios que contempla a toda la humanidad con una mirada de bondad universal, pues él elige a los que ama y cada uno de ellos pasa a serlo todo para él.

Hablar de su celo es sostener que no puede renunciar al amor y la fidelidad recíproca que espera de sus amados. La historia de Israel mostrará este celo de Dios a través de las terribles pruebas que envía a su pueblo: todas las pruebas a que nos somete en esta vida no son nada en comparación con lo que está creando en nosotros.

Dt 6,16

El desafío de Masá. Constantemente se recordarán los pecados del desierto y quedarán como un tema de reflexión.

Dt 6,20

Cada año los israelitas celebraban la Pascua. Una vez reunidos en torno a la mesa, uno de los hijos preguntaba a su padre: “¿Qué vamos a hacer?” Y el padre respondía: “En Egipto, nuestros antepasados eran esclavos del Faraón...” A través de la comida que acababa de comenzar, la familia se unía al gesto de Dios que en el Éxodo había elegido al pueblo de Is-rael para hacerlo su pueblo. Y se revivía el Éxodo gracias a este “memorial”.

Del mismo modo cualquier fiesta de nuestra liturgia y cada una de nuestras eucaristías merece el nombre de “memorial” (Lc 22,19; 1Cor 11,25). Recordamos un hecho pasado que entró en el plan eterno de Dios y que por lo tanto está siempre presente. Cada eucaristía es el memorial de la Pascua de Jesús. Es más que un simple recuerdo, pues la asamblea que lo celebra se une al misterio de la muerte y de la resurrección del Hijo de Dios inscrito en la eternidad, y que sigue actuando en el mundo entero.

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