SOBICAIN

Centro Bíblico San Pablo

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Biblia Latinoamérica

¿Quién es el más grande? Los escándalos

1 En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?»

2 Jesús llamó a un niñito, lo colocó en medio de los discípulos 3 y declaró: «En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos. 4 El que se haga pequeño como este niño, ése será el más grande en el Reino de los Cielos. 5 Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe.

6 Al que haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le amarraran al cuello una gran piedra de moler y que lo hundieran en lo más profundo del mar.

7 ¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Tiene que haber escándalos, pero, ¡ay del que causa el escándalo!

8 Si tu mano o tu pie te está haciendo caer, córtatelo y tíralo lejos. Pues es mejor para ti entrar en la vida sin una mano o sin un pie que ser echado al fuego eterno con las dos manos y los dos pies. 9 Y si tu ojo te está haciendo caer, arráncalo y tíralo lejos. Pues es mejor para ti entrar tuerto en la vida que ser arrojado con los dos ojos al fuego del infierno.

10 Cuídense, no desprecien a ninguno de estos pequeños. Pues yo se lo digo: sus ángeles en el Cielo contemplan sin cesar la cara de mi Padre del Cielo. ( 11 )

12 ¿Qué pasará, según ustedes, si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se extravía? ¿No dejará las noventa y nueve en los cerros para ir a buscar la extraviada? 13 Y si logra encontrarla, yo les digo que ésta le dará más alegría que las noventa y nueve que no se extraviaron. 14 Pasa lo mismo donde el Padre de ustedes, el Padre del Cielo: allá no quieren que se pierda ni tan sólo uno de estos pequeñitos.

Cómo conviven los hermanos en la fe

15 Si tu hermano ha pecado, vete a hablar con él a solas para reprochárselo. Si te escucha, has ganado a tu hermano. 16 Si no te escucha, toma contigo una o dos personas más, de modo que el caso se decida por la palabra de dos o tres testigos. 17 Si se niega a escucharlos, informa a la asamblea. Si tampoco escucha a la iglesia, considéralo como un pagano o un publicano.

18 Yo les digo: «Todo lo que aten en la tierra, lo mantendrá atado el Cielo, y todo lo que desaten en la tierra, lo mantendrá desatado el Cielo.

19 Asimismo yo les digo: si en la tierra dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir alguna cosa, mi Padre Celestial se lo concederá. 20 Pues donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.»

21 Entonces Pedro se acercó con esta pregunta: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces?» 22 Jesús le contestó: «No te digo siete, sino setenta y siete veces.»

El que no perdonó a su compañero

23 «Aprendan algo sobre el Reino de los Cielos. Un rey había decidido arreglar cuentas con sus empleados, 24 y para empezar, le trajeron a uno que le debía diez mil monedas de oro. 25 Como el hombre no tenía con qué pagar, el rey ordenó que fuera vendido como esclavo, junto con su mujer, sus hijos y todo cuanto poseía, para así recobrar algo. 26 El empleado, pues, se arrojó a los pies del rey, suplicándole: «Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.» 27 El rey se compadeció y lo dejó libre; más todavía, le perdonó la deuda.

28 Pero apenas salió el empleado de la presencia del rey, se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas. Lo agarró del cuello y casi lo ahogaba, gritándole: «Págame lo que me debes.» 29 El compañero se echó a sus pies y le rogaba: «Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.» 30 Pero el otro no aceptó, sino que lo mandó a la cárcel hasta que le pagara toda la deuda.

31 Los compañeros, testigos de esta escena, quedaron muy molestos y fueron a contárselo todo a su señor. 32 Entonces el señor lo hizo llamar y le dijo: «Siervo miserable, yo te perdoné toda la deuda cuando me lo suplicaste. 33 ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero como yo tuve compasión de ti?» 34 Y tanto se enojó el señor, que lo puso en manos de los verdugos hasta que pagara toda la deuda.

35 Y Jesús añadió: «Lo mismo hará mi Padre Celestial con ustedes, a no ser que cada uno perdone de corazón a su hermano.»

  • Evangelio según Mateo 20,26
  • Evangelio según Marcos 9,33
  • Evangelio según Marcos 10,43
  • Evangelio según Lucas 9,46
  • Evangelio según Lucas 22,26
  • Evangelio según Mateo 10,40
  • Evangelio según Marcos 10,15
  • Evangelio según Lucas 14,11
  • Evangelio según Lucas 18,14
  • Evangelio según Lucas 22,24
  • Evangelio según Mateo 19,14
  • Evangelio según Mateo 19,13
  • Evangelio según Marcos 10,13
  • Evangelio según Lucas 18,15
  • Evangelio según Marcos 10,15
  • Evangelio según Lucas 18,17
  • Evangelio según Juan 3,5
  • Evangelio según Mateo 23,12
  • Evangelio según Lucas 18,9
  • Evangelio según Lucas 14,11
  • Evangelio según Mateo 20,26
  • Evangelio según Mateo 10,40
  • Evangelio según Lucas 10,16
  • Evangelio según Marcos 9,37
  • Evangelio según Lucas 9,48
  • Evangelio según Juan 13,20
  • Evangelio según Marcos 9,42
  • Evangelio según Lucas 17,1
  • Evangelio según Mateo 5,29
  • Evangelio según Lucas 17,1
  • Evangelio según Mateo 5,27
  • Evangelio según Marcos 9,43
  • Evangelio según Lucas 15,3
  • Hechos de los Apóstoles 12,15
  • Carta a los Hebreos 1,14
  • Evangelio según Lucas 15,1
  • Evangelio según Mateo 9,10
  • Evangelio según Marcos 2,15
  • Evangelio según Lucas 5,29
  • Ezequiel 34,1
  • Evangelio según Lucas 15,3
  • Evangelio según Lucas 17,3
  • Evangelio según Mateo 18,21
  • Deuteronomio 19,15
  • Evangelio según Juan 8,17
  • Segunda Carta a los Corintios 13,1
  • Primera Carta a Timoteo 5,19
  • Primera Carta a los Corintios 5,11
  • Carta a Tito 3,10
  • Evangelio según Mateo 16,13
  • Evangelio según Marcos 8,27
  • Evangelio según Lucas 9,18
  • Evangelio según Mateo 16,19
  • Evangelio según Mateo 7,7
  • Evangelio según Mateo 21,22
  • Evangelio según Marcos 11,24
  • Evangelio según Juan 15,7
  • Evangelio según Juan 14,23
  • Evangelio según Lucas 17,3
  • Evangelio según Mateo 18,15
  • Evangelio según Lucas 17,4
  • Evangelio según Mateo 6,15
  • Evangelio según Mateo 25,19
  • Evangelio según Lucas 7,42
  • Evangelio según Mateo 5,25
  • Evangelio según Lucas 12,58
  • Evangelio según Mateo 6,9
  • Evangelio según Marcos 11,25
  • Evangelio según Lucas 11,2
  • Evangelio según Mateo 6,15
  • Evangelio según Marcos 11,15
  • Carta a los Efesios 4,32
  • Carta a los Colosenses 3,13
Mt 18,1

Aquí comienza el cuarto Discurso del Evangelio de Mateo, que no es muy homogéneo, pero que está centrado en la vida de la comunidad.

Para el comentario de 1-5, véase Mc 9,33

Mt 18,5

Los “pequeños” designa unas veces a los niños, y otras a la gente muy sencilla que seguía a Jesús, los pequeños u olvidados de la sociedad; en cualquier institución se encontrarán pequeños y olvidados.

En el versículo 5 se pasa de un sentido a otro; no se trata de recibir a niños vagos sino de respetar y tratar bien a los “pequeños”.

Mt 18,6

El texto dice: “una muela de burro”. Este término se usaba para distinguir la muela de molino que hacía girar un burro, de la muela doméstica que hacían girar las mujeres.

Mt 18,7

El “scandalon” es la pequeña piedra en la que tropieza el desprevenido. El escándalo no es lo que hace mucho ruido o lo que perturba a la sociedad, sino lo que siembra confusión en las conciencias y hace caer a los que se tenían por gente de confianza.

Los pequeños son, muchas veces, gente que se esfuerza por salir de su condición y llegar a ser más independientes, gracias a una mejor educación y a mayores entradas económicas. A menudo la sociedad hace muy difícil lograr una superación a quienes no entran en juegos sucios o se niegan a imitar el modo de vivir de las personas egoístas. Debido a esto, no raras veces los pequeños deben resignarse al fracaso, a “perder un ojo”, antes que renunciar a lo más importante, que es vivir bajo la mirada de Dios.

Tiene que haber escándalos. El mundo que Dios creó y que Dios salva no es un oasis de paz, sino un lugar donde se forman personas libres, mediante la lucha y la superación constante. Los escándalos son parte de este mundo (1Co 11,19), y el poder del Mal no disminuye en absoluto la gloria que Dios recibirá de su creación al final. El sufrimiento y la sed de justicia serán fuente de santidad, siendo los medios por los cuales Dios hará crecer el amor.

Es mejor para ti... Jesús recalca el valor incomparable de la vida eterna: esta sentencia ya se leyó en 5,29.

¡Ay del mundo...! Jesús nos invita a tomar conciencia del pecado tanto individual como social: las estructuras malas serán derribadas de cualquier manera, con lágrimas y sangre (Lc 23,28).

Mt 18,12

Esta parábola es la misma que trae Lc 15,3, pero aquí la oveja no es perdida sino extraviada. La parábola se refiere, no a los pecadores, sino a los pequeños extraviados en las ambigüedades de este mundo (24,4; 24,11) y que Jesús quiere reunir. Hay que buscarlos en vez de despreciarlos. Para la Iglesia siempre existirá el peligro de olvidar a todos los pequeños que no vienen a ella, o de esperar que den el primer paso que tal vez no puedan darlo.

Tratando de recordar, nos damos cuenta con tristeza, que muchos pequeños que participaban con nosotros se extraviaron. ¿Se podrá estar seguros de que todas las actividades de la comunidad han sido las que les ayudaban a progresar en la fe?

Mt 18,15

Siempre se cometen pecados contra el prójimo o a expensas de la comunidad. Jesús in vita a corregirlos pensando ante todo en la conversión de los pecadores: evitar que se ve an humillados públicamente. Ya se decía en Dt 25,3.

Estas palabras fueron dichas a Pedro en 16,19; aquí Jesús habla para toda la Iglesia. La comunidad tiene delante de Dios autoridad para arreglar los problemas internos, y si lo hace como Pablo lo pide en 1Cor 5 y 6, es decir, la comunidad con sus responsables y bajo el Espíritu de Dios (He 15,28), la decisión será la de Dios.

No todos los manuscritos tienen el mismo texto. Si lo aceptamos tal como está aquí, ha pecado, es un consejo de moderación que se opone, por ejemplo, a la práctica de los esenios, que castigaban y excluían sin miramientos. Jesús no acepta que se excluya inmediatamente al pecador que se está juzgando. Si es posible corregirlo de manera privada, no deben publicarse sus pecados.

En cambio, si seguimos la otra versión, ha pecado contra ti, el texto se refiere al perdón de las ofensas tal como en Lc 17,4.

Como un pagano o publicano. Jesús habla para un público habituado a no tener contacto con los paganos, los publicanos y todos los que estaban excluidos por las autoridades religiosas (Jn 9,22). Las comunidades cristianas actuarán de la misma manera con quien no respete las exigencias de la comunión fraterna (1Cor 5,11; Ti 3,10; 2Jn 10).

Mt 18,21

Perdonar siete veces o setenta y siete veces exige una explicación. Perdonar de todo corazón al que ha hecho el mal es un acto interior; siempre y con todos hay que liberarse del espíritu de venganza: “oren por los que los persiguen”.

Hay también otro perdón en el que se restablecen las relaciones con el culpable, poniendo en ello toda la confianza que podamos después de tal experiencia; ese perdón sólo es posible si el otro ha reparado el daño hecho en la medida de sus posibilidades: véase Lc 17,3. Si no se diera esto último, sería una abdicación frente al mal y una negación de la justicia.

Mt 18,22

Setenta y siete veces. Esto se contrapone a la sed de venganza expresada en Gén 4,24. A primera vista la cifra griega se puede entender “setenta veces siete”, pero la traducción setenta y siete veces es la que reclama el uso de las cifras distributivas griegas, sensible a lo pesadas que resultaban estas cifras más allá de diez.

Mt 18,23

Esta parábola es una caricatura, pero no por eso necesita comentarios. La única dificultad podría ser: Lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes. ¿No es eso rebajar a Dios? No debemos olvidar los estrechos lazos que unen el mundo de la eternidad, del cual lo ignoramos todo, y el nuestro que conocemos tan mal. Jesús dice: Lo mismo hará con ustedes, para darse a entender, pero en realidad no es Dios quien castiga, somos nosotros los que hemos destruido voluntariamente algo irreparable.

Se oye hablar diariamente del peso de odio y de rencores que los más diversos pueblos tienen acumulado unos contra otros, muchas veces debido a conflictos de religiones; el mundo necesita que le enseñen a perdonar. No sabemos perdonar porque no conocemos bien todo lo que Dios nos ha perdonado a nosotros y cuán grande es su misericordia.

El cuarto Discurso del Evangelio de Mateo finaliza con este deber del perdón. La Iglesia estuvo siempre muy lejos de ser santa como es su deber. Sin embargo nadie puede negar que haya sido en todo tiempo el lugar donde se enseñó la misericordia de Dios y donde los hombres aprendieron a perdonar.

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