1 En aquel día habrá una fuente siempre corriendo para que los descendientes de David y los habitantes de Jerusalén se puedan lavar de sus pecados e impurezas.
2 En esos días, dice Yavé, arrancaré del país hasta el nombre de los ídolos para que nunca más se los mencione; echaré además a los profetas con sus espíritus impuros. 3 Y si alguno intenta hacerse de profeta, su padre y su madre que lo engendraron le dirán: «Mereces la muerte, porque no dices más que mentiras en nombre de Yavé.» Y sus mismos padres lo traspasarán mientras profetice.
4 Entonces los profetas se avergonzarán de las visiones que contaban y no se pondrán más el manto de pieles que les daba autoridad para mentir. 5 Y se disculparán: «Yo no soy profeta; soy un campesino que trabaja la tierra desde joven.» 6 Y si alguno le llega a preguntar: «¿Por qué tienes entonces esas cicatrices en tu cuerpo?», él se defenderá diciendo: «Son heridas que me hicieron mis amigos.»
7 Levántate, espada, contra mi pastor y contra el hombre de mi parentela, exclama Yavé de los Ejércitos. 8 Hiere al pastor para que se dispersen las ovejas, que yo me encargaré de matar a los corderitos. Y en todo el país, amenaza Yavé, dos tercios serán exterminados, y sólo se salvará un tercio. 9 Echaré ese tercio al fuego; lo purificaré como se hace con la plata, lo pondré a prueba como se prueba el oro. El invocará mi Nombre y yo lo escucharé. Entonces yo diré: «¡Este es mi pueblo!», y él, a su vez, dirá: «¡Yavé es mi Dios!»
En los últimos tiempos se dará una respuesta a la sed de perdón que la misma Biblia despertó en los creyentes (ver Jn 7,37 y 20,22). Semejante al río que sale del Templo (Ez 47), es la fuente de que aquí se habla.
Echaré además a los profetas con sus espíritus impuros (2). Ya pasó el tiempo de los grandes profetas y el autor de estas líneas es consciente de que solamente subsisten los que sacan la suerte, los mentirosos y los charlatanes. No hay cabida para éstos en una comunidad que ha recibido toda la verdad que Dios puede comunicarnos en la persona de su Hijo.
Otro texto referente al Buen Pastor, al que Yavé hiere. Esto quiere decir que el Pastor será herido y que Yavé aprovechará este acontecimiento para su plan de salvación. Ver lo dicho en Isaías 66,8 sobre esta manera de expresarse de los judíos.
Mateo recuerda este lugar en 26,31.