2 yo prenderé fuego contra Moab, que devorará los palacios de Cariot. Moab caerá estrepitosamente en medio de los gritos de los combatientes y del toque de las trompetas. 3 Arrasaré a todos sus gobernantes y aniquilaré, con él, a todos sus príncipes, dice Yavé.» 15 Así dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Moab por sus muchos crímenes será sin apelación. Por haber quemado los huesos del rey de Edom hasta reducirlos a cenizas,
4 Así, dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Judá por sus muchos crímenes será sin apelación. Porque han despreciado la Ley de Yavé y no han guardado sus preceptos, sino que se dejaron llevar por sus falsos dioses, detrás de los cuales corrían ya sus padres. 5 Prenderé fuego a Judá y se quemarán los palacios de Jerusalén.»
6 Así dice Yavé: «Mi sentencia en contra de Israel por sus muchos crímenes será sin apelación. Porque venden al inocente por dinero y al necesitado por un par de sandalias, 7 pisotean a los pobres en el suelo y les impiden a los humildes conseguir lo que desean.
7 Padre e hijo, faltándole al respeto a mi Santo Nombre, tienen relaciones con la misma mujer; 8 tomando las ropas empeñadas, se acuestan cerca de cualquier altar, y con el vino de las multas se emborrachan en la Casa de su Dios.
9 Yo, sin embargo, en atención a ustedes, destruí a los amorreos, tan altos como cedros y tan forzudos como encinas, cortándoles sus ramas y arrancándoles sus raíces.
10 Yo, también, los saqué a ustedes de Egipto y los conduje por el desierto durante cuarenta años, para que tomaran posesión del territorio amorreo.
11 Yo, de entre tus hijos hice surgir profetas y me consagraba tus jóvenes como nazireos. ¿No es así, hijos de Israel? 12 Pero ustedes hicieron tomar vino a los nazireos, y a los profetas les prohibieron predicar.
13 Pues bien, por todo lo que han hecho, yo los voy a aplastar contra el suelo, como aplasta la tierra la pala que muele la paja. 14 No se podrá escapar el hombre rápido, ni demostrar su fuerza el forzudo, ni salvar su vida el valiente. El que dispara el arco no lo podrá estirar, el rápido corredor no logrará huir, el caballero no saldrá con vida, 16 y el primero entre los valientes huirá desnudo aquel día. Así lo asegura el Señor.»
A Israel se le echan en cara los numerosos atropellos al derecho de los pobres. Esto va a la par con una falsificación de la religión, pues se mantienen las ceremonias religiosas, las cuales son pretexto para borracheras y prostitución. Pero se acalla a los profetas que transmiten la palabra de Dios, fuente de la verdadera religión.
Hicieron tomar vino a los nazireos (12) (ver Núm. 6). Los adeptos de una religión corrompida se burlan de esos hombres que llevan una vida diferente de los demás, incluso en lo exterior, para afirmar el carácter personal de su compromiso religioso: «¡Beban, sean como todos, pues su modo de vivir inquieta nuestra conciencia!»