1 ¿Quién podrá creer la noticia que recibimos? Y la obra mayor de Yavé, ¿a quién se la reveló?
2 Este ha crecido ante Dios como un retoño,
como raíz en tierra seca.
No tenía brillo ni belleza para que nos fijáramos en él,
y su apariencia no era como para cautivarnos.
3 Despreciado por los hombres y marginado,
hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento,
semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara,
no contaba para nada y no hemos hecho caso de él.
4 Sin embargo, eran nuestras dolencias las que él llevaba,
eran nuestros dolores los que le pesaban.
Nosotros lo creíamos azotado por Dios, castigado y humillado,
5 y eran nuestras faltas por las que era destruido
nuestros pecados, por los que era aplastado.
El soportó el castigo que nos trae la paz
y por sus llagas hemos sido sanados.
6 Todos andábamos como ovejas errantes,
cada cual seguía su propio camino,
y Yavé descargó sobre él la culpa de todos nosotros.
7 Fue maltratado y él se humilló y no dijo nada,
fue llevado cual cordero al matadero,
como una oveja que permanece muda cuando la esquilan.
8 Fue detenido, enjuiciado y eliminado
¿y quién ha pensado en su suerte?
Pues ha sido arrancado del mundo de los vivos
y herido de muerte por los crímenes de su pueblo.
9 Fue sepultado junto a los malhechores
y su tumba quedó junto a los ricos,
a pesar de que nunca cometió una violencia
ni nunca salió una mentira de su boca.
10 Quiso Yavé destrozarlo con padecimientos,
y él ofreció su vida como sacrificio por el pecado.
Por esto verá a sus descendientes y tendrá larga vida,
y el proyecto de Dios prosperará en sus manos.
11 Después de las amarguras que haya padecido su alma,
gozará del pleno conocimiento.
El Justo, mi servidor, hará una multitud de justos,
después de cargar con sus deudas.
12 Por eso, le daré en herencia muchedumbres
y lo contaré entre los grandes,
porque se ha negado a sí mismo hasta la muerte
y ha sido contado entre los pecadores,
cuando llevaba sobre sí los pecados de muchos
e intercedía por los pecadores.
¿Quién podrá creer la noticia? ¿Cómo los oyentes de Pedro, de Pablo o de Juan aceptarían su proclamación de Jesús, salvador crucificado? (Jn 12,38; 1 Cor 1,22; Rom 10,16). Y ahora, tal vez muchos cristianos no entienden lo que pasa en torno a ellos cuando tantos inocentes mueren víctimas de la injusticia y se persigue especialmente a los cristianos.
El ofreció su vida como sacrificio por el pecado (10). En varios lugares, la Biblia nos invita a tomar esta actitud cuando sufrimos injustamente (1 Pe 1,20; 4,13). Pero uno solo cumplió perfectamente esta misión redentora desde el comienzo hasta el final de su vida: Cristo (Heb 10; Jn 2,29; Rom 5,6).
Mi siervo hará una multitud de justos (11). O sea, que los reconciliará con Dios y los hará tales como Dios los quiere. Muchos; el hebreo dice «los muchos», y esta expresión significa: la muchedumbre. Jesús se refiere a este texto cuando celebra la Eucaristía: «mi sangre derramada por muchos», o sea, por la muchedumbre (Mc 14,24). En ese lugar, Jesús expresa claramente que su muerte es el sacrificio voluntario y perfecto anunciado en el presente poema.