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Centro Bíblico San Pablo

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Biblia Latinoamérica

Esdras lee el libro de la Ley delante del pueblo

1 Todo el pueblo se juntó como un solo hombre en la plaza, frente a la puerta de las Aguas. Pidieron entonces al escriba Esdras que trajera el libro de la Ley de Moisés que Yavé había ordenado a Is rael. 2 El sacerdote Esdras presentó la Ley ante la asamblea, que estaba compuesta por hombres, mujeres, todos aquellos que estaban en edad de la razón. Era el primer día del séptimo mes. 3 Estuvo leyendo el libro desde la mañana hasta el mediodía, frente a los hombres, mujeres y niños en edad de comprender que estaban reunidos en la plaza, delante de la puerta de las Aguas. Todo el pueblo prestaba mucha atención al libro de la Ley.

4 El escriba Esdras estaba en una tarima de madera construida para esa ocasión. Matitías, Sema, Anaías, Urías, Hilquías y Maaseías estaban cerca de él a su derecha. Pedaías, Micael, Malquías, Jasum, Jasbadana, Zecarías y Mesulam estaban a su izquierda.

5 Esdras dominaba a todo el mundo; abrió el libro ante todo el pueblo, y cuando lo abrió, todos se pusieron de pie. 6 Entonces Esdras bendijo a Yavé, el Gran Dios, y todo el pueblo respondió con las manos en alto: «¡Amén! ¡Amén!» Luego se inclinaron y se postraron delante de Yavé con el rostro en tierra. 7 Josué, Bani, Serebías, Yamín, Acub, Sabtay, Hodías, Maaseías, Quelita, Azarías, Yozabad, Janán y Pelaías, que eran levitas, explicaban la Ley al pueblo, mientras éste permanecía de pie. 8 Esdras leyó el libro de la Ley de Dios, e iba traduciendo y explicando el sentido para que comprendieran la lectura.

9 En esa ocasión, su excelencia Nehemías y el sacerdote escriba Esdras, junto con los levitas que instruían al pueblo, le dijeron a éste: «¡Este es un día santo para Yavé, nuestro Dios! ¡No estén tristes! ¡No lloren!» Pues todo el pueblo estaba llorando mientras oía las palabras de la ley. 10 Le dijeron además: «¡Vayan y coman buena carne y tomen bebida agradable, pero guarden una parte para el que nada tiene preparado y llévensela, porque hoy es un día santo para nuestro Señor!» 11 Los levitas consolaban al pueblo diciéndole: «¡Que no se oigan estos lamentos! ¡Este es un día santo, no lloren más!» 12 Y todo el pueblo se dispersó para comer, beber, compartir y dar rienda suelta a su alegría, porque habían entendido las palabras que se les había enseñado.

13 Al segundo día, los jefes de familia del pueblo, los sacerdotes y los levitas se reunieron junto al escriba Esdras para estudiar las palabras de la Ley. 14 En la Ley que Yavé había ordenado por boca de Moisés encontraron esto escrito: «Los hijos de Israel vivirán en chozas durante la fiesta del séptimo mes». 15 Inmediatamente hicieron publicar esta proclama en todas las ciudades y en Jerusalén: «Vayan al cerro y traigan ramas de olivo, de pinos, de sicómoros, de palmeras y de otros árboles para que hagan chozas, tal como está escrito».

16 Salió pues el pueblo y trajo ramas e hicieron chozas en las terrazas, en los patios, en los patios del Templo de Dios, en la plaza frente a la puerta de las Aguas y en la plaza al lado de la puerta de Efraín. 17 Toda la asamblea, todos los que habían vuelto del destierro, hicieron chozas y vivieron en ellas. Desde la época de Josué, hijo de Nun, hasta ese entonces, no ha bían hecho nada igual los hijos de Israel; era una fiesta extraordinaria. 18 Día tras día se fue leyendo el libro de la Ley de Dios, desde el primero al último día. La fiesta duró siete días, y al octavo día hubo, según la Ley, una asamblea solemne.

  • Esdras 7,6
  • Levítico 23,33
Neh 8,1

Esta primera lectura pública de la Ley marca una fecha muy importante de la historia sagrada, pues hasta ese momento el pueblo de Israel vivía su fe rezando y participando en las ceremonias del Templo. Recibía de boca de los sacerdotes y profetas sentencias o prédicas, y no sentía la necesidad de leer una Biblia.

Ya existían varios libros de nuestra Biblia, pero se conservaban en el Templo o en el palacio de los reyes; no estaban al alcance del pueblo ni eran la base de su fe. Ahora, en cambio, se notan nuevas exigencias y ya no se presentan profetas como antes. Esdras entiende que, en adelante, la comunidad judía se desarrollará en torno a la lectura, la meditación y la interpretación del libro sagrado. El mismo procura reunir y completar los libros sagrados y empiezan nuevos tiempos en que la Biblia será el libro de todos y la norma de su fe.

Este paso religioso y cultural es el mismo que afectó a la Iglesia en estos últimos años. El pueblo iba a la iglesia, rezaba y se dejaba enseñar, y la Biblia le quedaba extraña. Pero ahora, la fe cristiana no puede cobrar fuerza sino a partir de una Palabra de Dios leída y escuchada en forma comunitaria. En realidad, vamos muy atrasados; esta renovación debía haberse iniciado hace cuatro siglos, cuando empezaron los protestantes.

La asamblea convocada por Esdras servirá de modelo para la vida religiosa de la comunidad judía. No se suprime el culto solemne del Templo de Jerusalén, pero en adelante, en cada ciudad los judíos tendrán una sinagoga, o sea, una casa de reunión donde se reunirán el sábado para escuchar la Palabra de Dios y orar especialmente con el canto de los salmos.

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